Detrás de la comunicación se esconde un contenido verbal y un contenido no verbal. Los elementos no verbales son menos controlables. Varias personas pueden decir exactamente la misma frase y -sin embargo- transmitir una información completamente diferente desde el punto de vista psicológico. Por este mismo motivo, la comunicación no verbal suele ser más auténtica y más sincera. Y si hay un elemento de la comunicación no verbal que tiene una verdadera influencia en los matices que transmitimos y en cómo se percibe nuestro mensaje, ese es el tono de nuestra voz.
Estamos hablando de que -aproximadamente- el 30% de la comunicación humana depende del tono de voz que usamos. Según los resultados obtenidos por un estudio de la Universidad de Glasgow, una persona solo necesita son 390 milisegundos para hacerse una idea de la personalidad de su interlocutor. Y es que, cada persona imprime un sello personal a la forma en la que se comunica con el mundo, y este a su vez varia enormemente en función del contexto en el que se encuentre y en función de quién sea el interlocutor. En esta tesitura, cabría hacerse una pregunta: ¿y si el tono no variase únicamente de una persona a otra, sino que también cambiase si estamos hablando en un contexto cultural u otro?