La semana pasada conocimos que en Chile se pueden encontrar 88 de los 110 ecosistemas que existen en el mundo. Así, el país se posiciona como uno de gran biodiversidad y alto endemismo, con muchas especies que solo se pueden encontrar en Chile, lo que le da una gran importancia para la conservación de la biodiversidad a escala global. Uno de los ecosistemas que destacan en Chile es el bosque esclerófilo; un tipo de bosque mediterráneo que se puede encontrar entre el sur de la región de Coquimbo y el norte de la región del Biobío, y que vive un grave deterioro.
Los bosques mediterráneos en sí son difíciles de encontrar en el mundo, ubicándose solo en cinco lugares del planeta. El bosque mediterráneo chileno, además, posee una alta variedad de especies que solo existen en dicho lugar, lo que lo convierte en un hotspot de biodiversidad reconocido en todo el globo. Su valor no siempre estuvo a la vista para toda la sociedad: desde la propia Sociedad Nacional de Agricultura (SNA) han argumentado que el bosque esclerófilo corresponde a “maleza o arbustos de ningún valor ambiental”, para justificar el cambio de uso de suelo para fines agrícolas. Pero la evidencia científica ha logrado demostrar su importancia ecológica así como su preocupante estado de degradación.