Biblia y Ciencia
Aunque tanto la investigación científica como la interpretación del texto bíblico prestan atención a la autorrevelación de Dios, el hecho de que la Biblia sea una forma más directamente disponible de la intervención de Dios, llamada revelación especial, da a la revelación bíblica una prioridad interpretativa sobre las afirmaciones de la investigación científica.
SUMARIO
La cosmovisión bíblica sostiene que el conocimiento humano solo es posible a la luz de la acción de Dios, lo que no permite que la investigación científica pretenda tener la capacidad de descubrir todo conocimiento. El descubrimiento científico es posible porque el mundo observable revela la verdad sobre sí y sobre Dios, pero esta verdad nunca está realmente en contradicción con la verdad de Dios en las Escrituras.
Mientras que la investigación científica infiere la intervención de Dios en su creación, la revelación especial registrada en la Biblia es un testimonio más directo y verbal de la intervención de Dios.
Por lo tanto, mientras ambas modalidades de investigación, tanto científicas como bíblicas, son falibles como proceso humano, la investigación bíblica tiene prioridad interpretativa sobre la científica porque es la palabra de Dios en lugar de ser simplemente un efecto no verbal de alguna palabra de Dios que está detrás de ella.
¿Qué pensamos acerca de la relación de la Biblia con las afirmaciones científicas modernas? ¿Qué hacemos cuando encontramos aparentes discrepancias?
La cosmovisión bíblica
Debemos empezar por considerar brevemente cómo una visión bíblica del mundo difiere del secularismo y el cientificismo dominantes en occidente. Los círculos dominados por el secularismo moderno consideran que la Biblia es obsoleta y consideran que la ciencia es la forma preferida de avanzar en el conocimiento. Supuestamente, el conocimiento humano no tiene necesidad de Dios. Pero este punto de vista tiene fundamentos defectuosos. Simplemente asume una cierta visión del mundo y de la ciencia.
Se supone que Dios, si existe, está ausente del mundo. Además supone que la investigación científica moderna nos muestra sin problemas la verdadera naturaleza del mundo.
La Biblia, por el contrario, despliega ante nuestras mentes a un Dios que no solo creó el mundo, sino que está continuamente involucrado en él. Sus propósitos personales pueden incluir eventos excepcionales, que llamamos milagros. Pero también está íntimamente involucrado en el curso ordinario de la naturaleza: “Haces que crezca la hierba para el ganado” (Sal 104:14).
La investigación científica depende día a día de su fidelidad y constancia, que son la fuente de las regularidades que estudian los científicos. Los científicos son hechos a imagen de Dios, y en sus investigaciones científicas están, muchas veces sin reconocerlo, tratando de pensar los pensamientos de Dios de acuerdo con Él, pero a un nivel de criatura.
Debido a que los científicos viven en un mundo en el que Dios gobierna personalmente, no pueden prohibir a Dios actuar en contra de una regularidad habitual cuando obra milagros.
Concepciones distorsionadas en la ciencia
Los científicos modernos confían en las regularidades de la naturaleza, que son un producto de la sabiduría y fidelidad de Dios. Pero para muchos entra una distorsión, porque piensan que las regularidades o “leyes de la naturaleza” son en última instancia impersonales. Si son impersonales, son básicamente como un mecanismo, para el cual no puede haber excepciones.
Así que antes incluso de leer la Biblia o escuchar la evidencia, ellos piensan que “saben” que no puede haber excepciones ni milagros.
Esta visión antibíblica del mundo tiene consecuencias. La ciencia todavía puede tener éxito de muchas maneras, porque la concepción distorsionada está lo suficientemente cerca de la realidad como para permitir avances. Al mismo tiempo, está obligada a entrar en conflicto con la Biblia cuando se trata de reconstrucciones del pasado.
El papel de la intervención de Dios
La Biblia nos entrega una manera de pensar sobre estos desafíos mediante su enseñanza sobre la intervención de Dios. Estamos acostumbrados a pensar que la Biblia es la Palabra de Dios; de hecho, lo es. Pero la Biblia misma indica que Dios habla de otras maneras también. La intervención de Dios es lo que gobierna sus actos de creación:
«Y Dios dijo: “Sea la luz”, y hubo luz» (Gn 1:3).
«Y Dios dijo: “Haya una expansión en medio de las aguas, y separe las aguas de las aguas”» (Gn 1:6).
«Por la palabra del Señor fueron hechos los cielos, y todo su ejército por el aliento de Su boca» (Sal 33:6).
También en consecuencia, Él gobierna el mundo en la providencia al hablar:
«Envía Sus órdenes a la tierra; Su palabra corre velozmente.
Manda la nieve como lana; esparce la escarcha cual ceniza» (Sal 147:15-16).
«Él sostiene todas las cosas por la palabra de Su poder» (He 1:3).
Porque Dios es un solo Dios, todas sus palabras armonizan entre sí. Podemos confiar en que no hay discrepancia real entre sus palabras que nos habla en las Escrituras y las palabras que envía para gobernar el mundo. Estos dos tipos de palabras se correlacionan naturalmente con dos términos técnicos de la teología. (1) “Revelación general” comprende la obra de Dios al revelarse a sí mismo en el mundo; corresponde a las palabras de Dios enviadas para gobernar el mundo.
(2) La “revelación especial” comprende la obra de Dios de revelarse a sí mismo a los seres humanos en tiempos especiales y de maneras especiales, como cuando aparece al pueblo de Israel en la cima del monte Sinaí. La Biblia es una revelación especial en forma de palabras.
Estas dos formas de hablar de Dios se exponen gráficamente en el Salmo 19. Los versos 1-6 son acerca de la revelación general, a través del sol, la luna y las estrellas. Los versículos 7-11 se centran en la revelación especial en forma de ley, testimonio y preceptos, que se encuentran especialmente en los mandamientos dados por medio de Moisés, pero más ampliamente en los cinco libros de Moisés, Génesis a través del Deuteronomio.
En resumen, la revelación especial incluye las palabras que Dios habla a los seres humanos. Resulta en la producción de la Biblia, que es la revelación verbal de Dios en forma de escritura permanente. La investigación científica se centra en el mundo, que está estrechamente relacionado con la revelación general.
Tratar con dos esferas: Revelación general y especial
¿Qué hacemos entonces si encontramos una aparente discrepancia entre las dos? Si tenemos en cuenta el dominio integral de Dios sobre el mundo, y tenemos en cuenta su fidelidad, debemos concluir que no hay discrepancia real. Pero puede que todavía tengamos que lidiar con aparentes discrepancias, porque Dios es Dios y nosotros no lo somos. Dios es infinito y su conocimiento es infinito. Somos criaturas y nuestro conocimiento es finito. Aun aparte del pecado, somos limitados.
Pero el pecado humano introduce desafíos adicionales, porque nuestro pensamiento y nuestros juicios se distorsionan por el pecado. Vimos un efecto arriba, cuando consideramos cómo la suposición de que las leyes de la naturaleza son impersonales conduce a la negación de la posibilidad de milagros.
¿Esferas en paralelo, o prioridad de uno?
Cuando encontramos aparentes discrepancias, ¿deberíamos simplemente poner la Biblia y las afirmaciones científicas en paralelo? No es tan fácil. La Biblia y la ciencia no son autoridades iguales. Nuestra cultura secular moderna quiere creer que la autoridad de la ciencia es casi absoluta, mientras que la autoridad de la Biblia ha sido eclipsada. Pero la realidad es lo contrario. La Biblia es la misma Palabra de Dios. Por lo tanto, es completamente confiable y verdadero en lo que afirma.
La ciencia, por el contrario, es un esfuerzo humano. Los juicios erróneos son posibles. La historia de la ciencia demuestra que en ocasiones puede haber re-evaluaciones masivas de lo que antes se pensaba que era verdad.
Como observamos, la Palabra de Dios que gobierna el mundo es una forma de intervención de Dios, junto con la intervención de Dios que nos habla como seres humanos en la Biblia. Ambas son completamente verdaderas. Pero la obra de los científicos está a un paso de distancia de la Palabra de Dios que gobierna el mundo. Los científicos observan los efectos del gobierno de Dios dentro del mundo natural. Ellos no escuchan literalmente a Dios hablando en sus oídos.
Ellos infieren la intervención de Dios, la verdadera ley que gobierna el mundo, observando los efectos. Estas inferencias pueden ser correctas, pero son falibles. Son como una aproximación a lo real, es decir, la intervención de Dios. Por el contrario, en la Biblia tenemos la Palabra de Dios en forma verbal. No estamos en la posición de simplemente adivinarla observando los efectos.
Tanto la investigación científica como la investigación de la Biblia son esfuerzos humanos. Ambos son falibles como esfuerzos humanos. Cuando encontramos una discrepancia, no podemos decir inmediatamente si se debe a un malentendido de la evidencia en la ciencia o a un malentendido de la Biblia, o ambos tipos de malentendidos a la vez. Debemos tener paciencia. Pero la Biblia tiene la prioridad porque ya está disponible en forma verbal.
Es la Palabra de Dios en lugar de ser simplemente un efecto no verbal de alguna palabra de Dios que se alza detrás de ella.
Propósito de Dios para la Biblia
La Biblia también tiene una prioridad debido al propósito único para el cual Dios la entregó. Desde la caída de Adán en pecado, el pecado ha contaminado a todos los seres humanos, excepto a Cristo. El pecado corrompe la mente, no solo la carne. Trastorna el pensamiento humano. Cristo vino al mundo para alcanzar el remedio para el pecado, a través de su vida, muerte, resurrección y ascensión. La Biblia nos habla de Cristo, para que podamos creer en Él y ser salvos.
Voice Enhanced
A través de su Espíritu Santo comenzamos a ser renovados en nuestras mentes (Rom. 12:1 -2). La Biblia tiene un papel clave en esta renovación: «Santifícalos en la verdad; Tu palabra es verdad» (Juan 17:17). La renovación de la mente se extiende hacia afuera para abarcar todo nuestro pensamiento sobre los caminos de Dios en este mundo.
Comenzar con la Biblia es comenzar por el extremo correcto, proveer el remedio de la única manera en que Dios lo diseñó para que funcione, a través de la comunión con Cristo. Luego crecemos en una posición en la que hemos renovado la capacidad de considerar las áreas pormenorizadas donde ocurren las aparentes discrepancias.
Esto no significa que siempre encontraremos una resolución fácil o rápida, pero sí significa que estamos siguiendo el camino correcto para explorar las dificultades.