“Contemplando el proceso de cambios que está viviendo Chile, es necesario avanzar hacia un nuevo modelo forestal democrático que no genere segregación en los territorios, ya que no hay ecosistemas más importantes que otros, todos cumplen un rol. Esto implica potenciar la investigación, la capacitación para fortalecer los instrumentos destinados a la conservación, manejo sustentable y restauración de los ecosistemas degradados en zonas áridas y semiáridas, considerándose este desafío como un objetivo estratégico nacional.”
Desde su origen, el sector forestal en Chile se ha orientado al desarrollo de estrategias de fomento en ecosistemas donde existe potencial para la producción maderera, como es el caso de aquellos que se encuentran en la zona centro, sur y austral del país. Sin embargo, ¿Qué es lo que ocurre con aquellos ecosistemas que biológicamente no se alinean con las expectativas madereras de las políticas y normas forestales de estas últimas décadas? Es momento de visibilizar los ecosistemas de las zonas áridas y semiáridas. Durante muchos años se ha gestionado la incorporación de los ecosistemas de las zonas áridas y semiáridas en el actual modelo forestal, incluyendo sus políticas y normas, teniendo, no obstante, que acomodarse de manera obligada a los lineamientos definidos desde un marco de desarrollo forestal sesgado, parcial y poco flexible. El modelo forestal dominante en la actualidad no ha sido un buen aliado para los ecosistemas de las zonas áridas y semiáridas, lo que se refleja en la extrema desprotección, falta de regulación y de capacidades públicas para garantizar su manejo.